
Hipertensión arterial en el paciente geriátrico: criterios prácticos para un abordaje individualizado
La hipertensión arterial (HTA) en la persona mayor sigue siendo uno de los retos más complejos en la práctica clínica. En la actualidad, más del 56% de las personas que viven en los centros de Matia presentan HTA, una prevalencia que obliga a replantear enfoques diagnósticos y terapéuticos en base a la evidencia, pero también al juicio clínico individualizado. Se deben tener en cuenta los cambios propios del envejecimiento, como las diferentes patologías y otros tratamientos, para el control adecuado de dicho factor de riesgo cardiovascular.
Una costumbre previa muy enraizada era iniciar un tratamiento para una patología crónica de por vida, cuando la adecuación de los tratamientos debe ser dinámica a las necesidades presentes de la persona. La elevación de cifras de tensión arterial aumenta el riesgo de patología cardiovascular y de mortalidad, así como unas cifras bajas por lo que hace una curva de mortalidad en U, con incremento de los extremos.
En línea con las recomendaciones más recientes y tras la revisión de los estudios y guías vigentes, desde Matia se ha elaborado una infografía dirigida a profesionales para facilitar una toma de decisiones más segura y contextualizada. Este material pretende ser una herramienta de apoyo clínico en la atención al paciente geriátrico con HTA.
Claves para un manejo clínico ajustado a la edad y la condición funcional
El abordaje de la HTA en personas mayores debe ser integral contemplando múltiples factores como fragilidad, comorbilidades, riesgo de caídas, interacciones farmacológicas, ortostatismo y los propios objetivos globales del paciente en relación a la situación cognitiva, funcional y expectativa de vida.
Objetivos de tensión arterial
- <80 años:
- Sin riesgo cardiovascular (RCV) elevado: ≤150/90 mmHg.
- Con RCV elevado (enfermedad cardiovascular establecida, RCV >20%, DM, ERC): ≤140/90 mmHg.
- - >80 años:
- Robustos: TAS <150 mmHg.
- Frágiles: mantener TAS entre 130 y 160 mmHg, evitando descensos excesivos que comprometan la perfusión cerebral.
Consideraciones específicas en geriatría
- HTA sistólica aislada por rigidez arterial prevalece en este grupo.
- El descenso excesivo de TAS (<130 mmHg) puede asociarse a deterioro cognitivo, somnolencia, confusión y aumento de la mortalidad en institucionalizados.
- Las escalas de RCV clásicas (REGICOR, SCORE) no son útiles en mayores de 75 años.
- Precaución en épocas de calor con el uso de antihipertensivos: riesgo aumentado de hipotensión y caída, así como en las primeras semanas de inicio de tratamiento.
Enfoque farmacológico: empezar bajo, ir lento (Start slow and go low)
Se recomienda iniciar el tratamiento con la mitad de la dosis habitual en adultos, ajustando progresivamente en un plazo de 2 a 4 meses. Las opciones terapéuticas deben seleccionarse según la tolerancia, las comorbilidades y la situación funcional.
Fármacos de elección:
- Antagonistas del calcio (amlodipino): seguros, aunque asociados a edemas y estreñimiento.
- IECA/ARA II (enalapril, irbesartán): eficaces en ERC y proteinuria; vigilar función renal y potasio.
- Tiazidas (hidroclorotiazida, indapamida): útiles en HTA y osteoporosis, pero con riesgo de hiponatremia, hipopotasemia y fotosensibilidad.
Otras opciones según comorbilidades:
- BB: útiles tras IAM, en ICC o FA, pero con precaución en EPOC o enfermedad del seno.
- Diuréticos de asa y ARM: útiles en ICC, pero requieren vigilancia estrecha por riesgo de deshidratación e hiperpotasemia.
- α-bloqueantes: indicados en HPB, con alto riesgo de hipotensión ortostática.
Fármacos a evitar y situaciones especiales
- Evitar combinaciones de riesgo como el “Triple Whammy”: AINE + IECA/ARA II + diurético.
- Contraindicaciones específicas según patología: por ejemplo, BB no cardioselectivos en broncoespasmo, o Ca antagonistas no dihidropiridínicos en insuficiencia cardíaca con FEVI reducida.
Conclusión
El manejo de la HTA en el paciente geriátrico no puede guiarse por algoritmos únicos ni por metas de control rígidas. Debe adaptarse a la complejidad clínica, funcional, cognitiva y social de cada persona. Esta infografía se propone como una guía práctica para facilitar la toma de decisiones compartidas, seguras y ajustadas a la realidad del envejecimiento.
Accede a la infografía completa aquí

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