
Infecciones urinarias en personas mayores: cómo mejorar el diagnóstico y el tratamiento
Las infecciones del tracto urinario (ITU) son una de las principales causas de uso de antibióticos y de episodios de sepsis en personas mayores, especialmente en aquellas personas que viven en centros residenciales y sociosanitarios. Sin embargo, no siempre que hay bacterias en la orina hay una infección real, lo que genera un alto riesgo de sobrediagnóstico y sobretratamiento. Se estima que hasta un 80% de las prescripciones en este contexto podrían ser inapropiadas.
Este uso excesivo de antibióticos no solo compromete la salud de las personas tratadas, sino que también contribuye al aumento de resistencias bacterianas, un problema creciente de salud pública.
¿Por qué es tan difícil diagnosticar una ITU en mayores?
El envejecimiento conlleva cambios anatómicos, funcionales, neurológicos e inmunológicos que alteran la forma en que se manifiestan las infecciones. Por eso, los síntomas clásicos como el escozor o dolor al orinar pueden no aparecer, y en su lugar surgir signos más inespecíficos como confusión, caídas o debilidad.
Además, es común encontrar bacterias en la orina sin síntomas (bacteriuria asintomática), lo que no se considera una infección y, en la mayoría de los casos, no requiere tratamiento.
Claves para un diagnóstico adecuado
- No todo es infección: entre el 25% y el 50% de las mujeres mayores en centros residenciales presentan bacteriuria asintomática. En hombres, este porcentaje es algo menor (15–35%).
- Urocultivo solo si hay síntomas: no se recomienda realizar cultivos de orina si no hay signos clínicos compatibles con una ITU.
- Recogida adecuada de muestras: especialmente importante en personas con sonda urinaria o dependencia funcional.
- Uso de herramientas validadas: como los criterios de McGeer o Loeb, que ayudan a tomar decisiones más seguras sobre cuándo sospechar y tratar una infección.
¿Y si hay que tratar?
- Adaptar el tratamiento al tipo de ITU (complicada o no), presencia de sonda, antecedentes y microorganismos aislados.
- Priorizar la vía oral y tratamientos cortos en infecciones no complicadas.
- Evitar tratar la bacteriuria asintomática, salvo en casos muy concretos (como procedimientos urológicos invasivos).
La prevención también cuenta
- Mantener una higiene adecuada, especialmente en mujeres (limpieza de delante hacia atrás).
- Valorar diariamente la necesidad de mantener la sonda urinaria.
- Manejo correcto de las sondas: si se requiere urocultivo, cambiarla si lleva más de dos semanas y recoger la muestra tras el recambio y previamente al inicio del tratamiento antibiótico.
- Formación continua a los equipos profesionales sobre cuándo sospechar una ITU y cómo tratarla adecuadamente.
- Protocolos claros y comunes en todos los centros para evitar variabilidad en la atención.
¿Qué datos tenemos en Matia?
Durante 2024, en las residencias de Matia se registraron más de 600 episodios de infección urinaria, de los cuales 86 fueron recurrentes (tres o más episodios al año). En al menos 16 casos se iniciaron medidas de profilaxis para prevenir nuevas infecciones.
Actualmente seguimos desarrollando estrategias para mejorar el diagnóstico, reducir las recurrencias y fomentar un uso racional de los antibióticos, siempre con un enfoque centrado en la persona y en la seguridad clínica.



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